Por: Mario Arizpe.
Los recuerdos ya se volvieron rutinarios y predecibles.
Las ideas destructivas ya me parecen perezosas.
Los insultos ya me los aprendà cantados
Las voces ya me cuentan sus vidas como si de chismes se tratara.
Los dÃas grises ya parecen blancos en comparación.
La soledad ya se disculpa por abusar de mi hospitalidad.
Las letras ya no saben a qué ritmo deberÃan bailar.
Los pensamientos violentos salen a correr para desahogarse.
Mis amigos siguieron adelante.
El mundo no se detuvo.
Ya no quiero tu ayuda.
Yo mismo recogeré mis partes.

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