Era junio y ella era
más cariñosa conmigo. Había ocasiones en donde nos abrazamos y ninguno de los
dos quería soltar del otro, era mágico. Nos amábamos de una manera tan bonita, indescriptible.
Al llegar las
vacaciones la note más cercana a mí. Puede que lo haya hecho porque se iría de
viaje con sus papás. Los últimos días de junio fueron hermosos, pero un día
antes de partir a su viaje, me pidió que saliéramos una última vez. Por
supuesto accedí a ello y ese domingo significó un antes y un después para
nosotros.
Ella estaba nerviosa
-¿Todo bien? –Le
pregunté- Te veo muy nerviosa.
-No, no estoy bien. Ya ha
pasado tiempo que no me he sentido bien, y creo que lo que diré puede afectar
nuestra relación. Pero no sé cómo decirte esto…
Su respuesta me
contagió su nerviosismo.
-Dímelo. ¿Qué es lo que
pasa?
Ella hizo una pausa y
agachó la mirada.
-Me gustas, y mucho. Desde marzo estoy perdida
por ti, pero no lo demuestro porque soy buena ocultándolo. Pero en verdad me
gustas demasiado, y creo que estoy enamorada de ti, aunque sólo me veas como
una amiga.
Cada palabra que me dijo
fue música para mis oídos. El saber que sentía algo por mí fue fantástico,
nunca nadie me había dicho algo así y de esa manera.
Hubo en silencio y le
contesté.
-Es curioso, pero yo
también tengo que contarte algo sobre eso y esto lo tengo guardado casi el
mismo tiempo que tú. Tú también me gustas y estoy seguro de que no sólo es eso:
estoy enamorado de ti. Lo supe desde abril. Y pude haberlo dicho muchas veces.
>>Te vas mañana,
queda mucho aún por decir, pero por el momento solo quiero que sepas, que te
amo mucho. ¡Por fin lo dije!, ¡Te amo! Jamás había pasado por una situación así
pero solo quiero que sepas que yo quiero algo especial contigo.
Yo estaba al borde de
las lágrimas, mientras ella ya había empezado a llorar.
Nos miramos, sin decir
nada. Nos tomamos de las manos y, lentamente acercamos nuestros rostros hacia
el del otro y, por fin, nos besamos.
Fue un beso que para ambos
duró una eternidad. Era algo que añorábamos hacer Solo éramos ella y yo en el
mundo, nada ni nadie más. Siempre imaginaba cómo sería besarla y, como dicen
por ahí, la realidad siempre supera la ficción: al sentir sus labios fue tan
bonito. Sentíamos algo en nuestro pecho que casi nunca sale.
Al terminar ese hermoso
beso, ella me dijo:
-Jamás había tenido un
beso así de hermoso; y creo que nunca volveré a tener uno igual. Espérame hasta
que regrese, por favor. Sabes que debo irme pero por favor, espérame.
-Yo te esperaré todo lo
que se necesite.
Ella se fue, pero
antes, nos dimos otro beso. Ahora tocaba esperar.
Al final lo que pensé
que no sucedería, sucedió: estaba enamorada de mí.
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