Al pasar los meses
llegaron mejores días. Era abril y la primavera estaba en su punto más alto,
donde todo florece. Y mi relación con ella fue así, era como ver a una hermosa
flor crecer y convertirse en la más bella del jardín. Así puedo describir la
relación con ella, todavía no había atracción pero creo que ahí fue donde me
empezó a gustar.
Era de mis mejores
amigas pero, en el fondo, yo sí quería tener algo con ella; sin embargo me lo
guardé y disfruté más de nuestra bella relación: conocí a su familia a finales
de Abril, fue algo bonito. Sus padres eran una pareja homosexual, lo cual me
pareció grandioso, ya que se notaba mucho el amor de ellos hacía ella, podía
ver de dónde sacó su manera de ser.
Estuvimos bromeando
mucho tiempo, y les caí tan bien, que hasta me dijeron que esperaban que fuésemos
algo más que amigos, nos pusimos rojos ante tal comentario y ella les dijo que
ella también espera lo mismo, me agradó mucho que dijera eso.
Al pasar los días, mi
amor hacía ella crecía más y más. Ya no me la podía sacar de la mente, por
primera vez me sentía así. Ahora tenía muchísimo amor por ella.
¿Y cómo no iba a caer
rendido ante ella y sus ojos hermosos que te hipnotizan? Y ni hablar de su boca
perfecta, su simpatía, lo divertida y graciosa que es. Su manera de pensar también
me encantaba, su manera de mirar al mundo.
Ella es como esas
películas que yo tanto amo. Cada vez que nos veíamos era estar admirándola, es
algo indescriptible, algo fantástico. Para aquel momento yo ya estaba enamorado
de ella pero tenía tantos nervios de decírselo y no estaba seguro de hacerlo,
pues no quería arruinar la bonita relación que teníamos. Así que lo guarde aún
más. Hasta que un día, nuestra relación cambió.
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