Por: Andrea Valentina
El ser humano está
diseñado (si se puede decir asÃ) para reinventarse, para superarse y de cierto
modo a esperar que cosas grandes y maravillosas pasen en su vida. Muchas veces
sin darse cuenta de lo que merecen desean menos, pero siempre se desea algo.
Quizás has escuchado a
personas decir “me conformo con tal cosa en la vida” (al menos que seas tú el
que lo diga), y en parte sà les gustarÃa eso, pero hay otra parte, una parte
que no todos dejan salir, una parte llena de esperanza oculta que espera que la
vida le dé más que eso, esa parte que espera que no te conformes. Una parte
extraña que nos hace ver egoÃstas y desalmados por ansiar cosas diferentes,
grandes, extraordinarias.
Cada dÃa se ven más
personas con sueños que personas con metas. Ese es el claro ejemplo del protagonismo
de lo diminuto en nuestras vidas, le damos paso al miedo en vez de la
determinación. Buscamos darle el acto principal a lo conforme, a lo poco,
diminuto en la vida que nos sorprendemos cuando algo grande ocurre. Nos
sorprendemos cuando no deberÃamos, ya que somos la creación perfecta del
universo, los que merecemos el mundo, si solo luchamos por eso.
Quedarse estático no
está bien, tener miedo sÃ. Puedes hacer las cosas con miedo, ¿te saldrán mal?
SÃ. ¿Desearás no haberlo hecho? También. Pero, a medida que vas avanzando te
das cuenta que lo sueñas y lo que haces para lograrlo te lleva a desear más y
eso no está mal. No eres egoÃsta por querer más, no permitas que lo diminuto
sea lo que gobierne tus pensamientos cuando tienes la capacidad de ir por la
grande.
Al pensar en este tema existen incontables
derivaciones de él, existen innumerables razones por la cual querer ser un ser
humano como cualquier otro, no ser extraordinario. Y, déjame decirte algo, cada
ser es el protagonista de su historia, y no hace falta que el mundo te conozca,
pero hacer grandes cosas hará que el universo siga apostando por ti, y ¿quién
no fantasea con tener el universo de su lado?
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