Por: Carmesí
Al ser niño te enseñan a caminar, hablar; todas las
técnicas que te servirán durante la vida, pero llega un momento donde
observamos que las flores se marchitan y no vuelven a ser las mismas, que a
nuestra mascota se la llevaron al veterinario y de ahí nunca salió.
Me refiero a la llamada ley de la vida, nos plantean el famoso: "todos
vamos a morir algún día", aterrador para un niño menor de 6 años, ¿cierto?
¿cómo le explicas que su madre morirá algún día, al igual todos sus seres
queridos que ha conocido en su corta vida?, poniendo más suspenso nos revelan
que para esa llamada muerte no hay ninguna fecha exacta, lleva a la frase:
"No sabemos cuándo moriremos, podría ser ahora, mañana o en algunos años,
pero todos tenemos que morir". Esa platica puede generar insomnio,
pesadillas, preguntas existenciales, esa última es la peor al momento de
inventar cualquier hipótesis, generando un sin fin de dudas sin casi nada de
respuestas... ese vacío en el interior del pecho, la inseguridad de todo lo que
te rodea incluso si es su propio hogar, a eso se le denomina "crisis
existencial".
Con los años aprendes a olvidar lo que tanto te preocupaba
en el momento, pero... llega el momento inesperado, la muerte de un familiar de
un día para otro, ¿cómo podría ser tu vida sin él?, las cosas ya no se miran
igual, te cuestionas quién fue el culpable, "¿Por qué él?",
"¿Por qué ahora?", "¿Qué haré?, nunca le dije cuanto lo
quería", "Nunca hizo nada malo" (apartado que se aprende
después, que para morir hasta a el más bueno le toca). Nunca habías ido a un
funeral de alguien que quisieras tanto, nunca habías visto a tu madre llorar,
ni a todos tan tristes llorando mares, incluso había personas que nunca habías
visto... Todos se reúnen empezando a contar historias graciosas que vivieron
con el difunto, causando risas pero no hay ninguna historia en donde al final
la mayoría termine cabizbajo recordando el vacío en su interior.
En tu guardarropa no había ninguna prenda negra. Para la
ocasión necesitarías ir completamente de negro, puede que desde ese día le
tomes el gusto a las prendas oscuras y las gafas de sol.
Con los años aquél presente insuperable se vuelve un
recuerdo, de aquellos que duelen y por esa razón los tienes muy guardados.
Desde ese día las cosas cambiaron, algunos se volvieron mejores personas y
otros no tanto, todo lo contrario.
Se dice que de la práctica se aprende así que... para el
próximo funeral no estarás desconcertado, asumirás tu papel, ayudar a otros a
comprender la pérdida así como ese día alguien tuvo el mismo gesto contigo.
Los años pasan, ya todo duele un poco menos, está ocasión te tocar ser
tú quien le expliques a un niño sobre la muerte, y es donde comienza todo de
nuevo…
Al ser niño te enseñan a caminar, hablar; todas las
técnicas que te servirán durante la vida, pero llega un momento donde
observamos que las flores se marchitan y no vuelven a ser las mismas, que a
nuestra mascota se la llevaron al veterinario y de ahí nunca salió.
Me refiero a la llamada ley de la vida, nos plantean el famoso: "todos
vamos a morir algún día", aterrador para un niño menor de 6 años, ¿cierto?
¿cómo le explicas que su madre morirá algún día, al igual todos sus seres
queridos que ha conocido en su corta vida?, poniendo más suspenso nos revelan
que para esa llamada muerte no hay ninguna fecha exacta, lleva a la frase:
"No sabemos cuándo moriremos, podría ser ahora, mañana o en algunos años,
pero todos tenemos que morir". Esa platica puede generar insomnio,
pesadillas, preguntas existenciales, esa última es la peor al momento de
inventar cualquier hipótesis, generando un sin fin de dudas sin casi nada de
respuestas... ese vacío en el interior del pecho, la inseguridad de todo lo que
te rodea incluso si es su propio hogar, a eso se le denomina "crisis
existencial".
Con los años aprendes a olvidar lo que tanto te preocupaba
en el momento, pero... llega el momento inesperado, la muerte de un familiar de
un día para otro, ¿cómo podría ser tu vida sin él?, las cosas ya no se miran
igual, te cuestionas quién fue el culpable, "¿Por qué él?",
"¿Por qué ahora?", "¿Qué haré?, nunca le dije cuanto lo
quería", "Nunca hizo nada malo" (apartado que se aprende
después, que para morir hasta a el más bueno le toca). Nunca habías ido a un
funeral de alguien que quisieras tanto, nunca habías visto a tu madre llorar,
ni a todos tan tristes llorando mares, incluso había personas que nunca habías
visto... Todos se reúnen empezando a contar historias graciosas que vivieron
con el difunto, causando risas pero no hay ninguna historia en donde al final
la mayoría termine cabizbajo recordando el vacío en su interior.
En tu guardarropa no había ninguna prenda negra. Para la
ocasión necesitarías ir completamente de negro, puede que desde ese día le
tomes el gusto a las prendas oscuras y las gafas de sol.
Con los años aquél presente insuperable se vuelve un
recuerdo, de aquellos que duelen y por esa razón los tienes muy guardados.
Desde ese día las cosas cambiaron, algunos se volvieron mejores personas y
otros no tanto, todo lo contrario.
Se dice que de la práctica se aprende así que... para el
próximo funeral no estarás desconcertado, asumirás tu papel, ayudar a otros a
comprender la pérdida así como ese día alguien tuvo el mismo gesto contigo.
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