Por: Leiver
Sauceda
Tócame,
como si fuera la última vez,
no te inundes de preguntas,
ni pienses en qué pasará mañana.
Por Dios, no lo hagas.
No quiero una vida juntos,
dejé de soñar con vivir feliz de tu mano,
de querer despertar
y lo primero en ver sean tus ojos,
contemplando mi existencia.
Sólo tócame,
fundamos de una vez nuestras almas,
siente como mi mano encaja
perfectamente en tus caderas.
Deja que tus labios sientan
el inmensurable placer
de mi persona degustando
tu autentica esencia.
Y déjame tocarte.
Leer tu silueta con mi tacto
como si fuese un libro en braille,
déjame rellenar cada página en blanco,
sustituir nuestro dolor por placer
y que ya no duela tanto.
Tócame,
como si fuera la última vez,
no te inundes de preguntas,
ni pienses en qué pasará mañana.
Por Dios, no lo hagas.
No quiero una vida juntos,
dejé de soñar con vivir feliz de tu mano,
de querer despertar
y lo primero en ver sean tus ojos,
contemplando mi existencia.
Sólo tócame,
fundamos de una vez nuestras almas,
siente como mi mano encaja
perfectamente en tus caderas.
Deja que tus labios sientan
el inmensurable placer
de mi persona degustando
tu autentica esencia.
Y déjame tocarte.
Leer tu silueta con mi tacto
como si fuese un libro en braille,
déjame rellenar cada página en blanco,
sustituir nuestro dolor por placer
y que ya no duela tanto.
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