Por: Antonio de J. Martínez
La gente va y viene de diferentes lugares.
Tristemente la principal causa hoy no son las vacaciones, es la huida: escapar
de la violencia, de la pobreza o de la represión; pero igual de desafortunada
es la bienvenida les dan muchas naciones. No es justo para ellos.
Refugiados y migrantes en una embarcación pesquera. Fuente: Agencia de Refugiados de las Naciones Unidas |
Cada país tiene sus razones. El problema
es cuando éstos anteponen la integridad religiosa o la supremacía de algún
color de piel, incitando la discriminación. Como el caso de Eslovaquia, que a
través de su Ministro de Asuntos Exteriores reveló en una entrevista para su
principal cadena de televisión nacional en 2015 que “no darían asilo a
musulmanes porque no cuentan con ninguna mezquita”. Como si las mezquitas
fueran plantas que tuvieran que crecer naturalmente y no edificaciones cuya
construcción se pudiera planear.
Otros cuantos aseguran que “les afecta
económicamente”. Sin embargo, en una publicación del Washington Post titulada
“El gran mito de los refugiados” se afirma que, a largo plazo, “la acumulación
de inmigrantes que ganan salarios bajos en una comunidad tiende a aumentar los
salarios para los demás”.
En un distinto estudio realizado hace
tres años en Europa y Norteamérica por cuatro economistas, se llegó a la conclusión
de que “la inmigración benefició a 19 de los 20 países industrializados que
analizaron”.
“Son gente floja” es un diferente
argumento ¿Cómo consideras a esta gente floja si recorrió kilómetros para
llegar hasta donde está? ¿No suena ni un poco ilógico?
Lo que en realidad pasa con todos estos
países y sociedades que rechazan la idea de aceptar refugiados y migrantes, es
el miedo. Miedo a la posibilidad de bancarrota o desempleo (que diversos
estudios desmienten) o recelo a quedar rezagado frente a la inmensa comunidad
de otros países, pero ¿que no los rezagados en este momento son ellos?
Resulta triste que ante esta situación,
existan comentarios carentes de empatía y llenos de odio. Apoyémonos entre
todos, pues todos somos ciudadanos del mundo y ningún ser humano debe ser
ilegal en su propio planeta. No es mi intención romantizar la migración, pero
sí la de crear conciencia de que no todos vivimos en la misma realidad. Ellos
están huyendo de la suya y lo mínimo que podemos otorgarles, es respeto.
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