Historias y verbos: «Alejandro» - Al Verbo

Últimas noticias

viernes, 21 de septiembre de 2018

Historias y verbos: «Alejandro»

Por: Andrea Márquez

De pie ante el espejo de su pequeña habitación, Alejandro esperaba ver otra cosa proyectada en él. No sabía con exactitud qué, pero necesitaba ver proyectado algo más en el espejo, estaba harto de ver siempre lo mismo y esa mañana, después de lo ocurrido la noche anterior, quería no verse como el mismo de siempre.

La noche anterior, la terrible noche anterior. No sabe qué pasó o por qué se convirtió en ese terrible monstruo. Si le preguntamos a Rebeca, que observo toda la escena desde la oscura esquina del bar y no quiso interrumpir, dirá que Simón tuvo la culpa; dirá que Alejandro se estaba defendiendo. Si le preguntamos a Hazel, la linda camarera del bar 58, dirá que Alejandro es un salvaje y que no puede creer lo que le hizo a su preciado Simón. Si le preguntamos a Ilse, la madre de Alejandro dirá que fue culpa de ella, que nunca lo llevo a un psiquiatra aun cuando sabía que lo necesitaba. Si le preguntamos a Alejandro, dirá que fue su culpa, que no hay nada bueno en su vida y que necesita ser cada vez mejor persona, que Simón no tuvo la culpa de lo que le pasó.

fb8b7ef5d78f7f87806824b05dda84f2 (1)

Eran las ocho de la noche, cuando Alejandro decidió ir a ver a Esteban al bar de la esquina, el bar donde vio a Esmeralda con Simón la última vez. La primera vez que supo lo que es tener y cargar con un corazón roto. Odiaba ese bar, le traía malos recuerdos, no quería pisar el lugar responsable de sus noches de desvelos y gritos desconsolados con sabor al nombre de Esmeralda. Pero, Esteban quería ir y Alejandro no quería quedarse esa noche solo, justo esa noche no. Se cumplía un mes.

A las ocho y quince minutos, luego de una caminata nerviosa por las oscuras calles de Buenos Aires, Alejandro entra al bar y luego de visualizar a Esteban en una de las mesas de la esquina izquierda, se dirige a Hazel, a pedir lo de siempre.

00c2741f2561063e58b5662a7b04ca2f

Eran las ocho y veinte minutos cuando ve a Hazel dirigirse muy sonriente a una mesa cerca de la ventana, a una mesa con un muy borracho Simón, que le planto un largo beso en los labios a Hazel. Eran las ocho y veintiún minutos cuando Alejandro estaba de pie indignado y arrebatado.

Eran las ocho y veintitrés minutos cuando ya Alejandro estaba de pie al frente de la mesa de Simón, reclamándole la escena.

Eran las ocho y treinta y tres minutos cuando Simón yacía en el piso, con una bala en la cabeza. Eran las ocho y treinta y cuatro minutos cuando Alejandro salió del bar corriendo en estado de shock, por haber matado a Simón.

Todo el bar los escucho, todo el bar los vio. Pero lo más sorprendente es que nadie se acuerda de ver a Alejandro con un arma, aunque sí de escuchar un vidrio roto y segundos después, ver a Simón en el piso.

0923948a9f302c54ee0c10af5c059b56

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Top Ad

Hecho con amor