
Se podría asegurar que no hay nada que celebrar en el Día del Periodista: En México, los malos son corrompidos a merced de los poderosos y los buenos son asesinados. Censura indirecta, silencio, o llámenle como quieran a aquellos disparos que actuaron en contra de la vida de 12 periodistas tan solo en el 2017.
“He sido periodista estos 21 años y nunca antes lo he sufrido y gozado con tanta intensidad ni con tantos peligros. En Culiacán, Sinaloa (MX) es un peligro estar vivo y hacer periodismo es caminar sobre una invisible línea marcada por los malos que están en el narcotráfico y en el gobierno”.
La anterior cita es de Javier Valdez, quien había recibido el Premio Internacional de Libertad de Prensa del CPJ el pasado septiembre de 2011. El fundador del semanario Ríodoce y corresponsal del diario La Jornada, sería encontrado, seis años más tarde, muerto.
Parece que ningún profesional de la información goza de la seguridad que en otros países se presume. Como en Estados Unidos, donde el presidente -mencionó en un reciente tuit- anunciará “los premios a los medios más deshonestos y corruptos del año”, o en Brasil, donde hace dos años un locutor fue asesinado en su propia cabina de radio.
El periodismo sufre una crisis porque la política la está sufriendo también. Todas las muertes de reporteros no se deben a accidentes, sino de una intención de silencio inmediato ¿Pero por qué nos interesan los periodistas? Pues la respuesta es obvia: Son los reguladores de la información que recibimos, no solo diariamente, sino cada hora o minuto.
En una época donde la sobresaturación de información a causa de las redes sociales provoca desinformación de las masas, es indispensable contar con los héroes que, justamente por esto, denomino “reguladores de la información”.
“México merece más, los ciudadanos merecen una prensa libre, leal a la verdad y no al poder”, dijo hace tan solo unas semanas Azam Ahmed, Jefe de la Oficina de New York Times en México, América Central y el Caribe.
Y es que sí, ya pocos son los que se atreven a descubrir las mentiras, rechazar el “chayo” o revelar la verdad en el país (sin guerra) con más periodistas asesinados entre el 2012 y 2016 según la UNESCO.
A México le deberían importar los periodistas, y mucho. Pero entonces por eso sí hay que celebrar el Día del Periodista, porque las numerosas muertes no quedan en vano, sirven para reivindicar la seguridad, que en unos años, hará que el periodismo ya no sea una labor de alto riesgo.
Confío.
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