“México sería un país impensable sin el dibujo, el color y la luz de Diego Rivera, que son parte de nuestra identidad”. María Cristina García Cepeda, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, mejor conocido como Diego Rivera, nació el 8 de diciembre de 1886 en Guanajuato, Guanajuato. Plasmando su cariño por la cultura maya y azteca, y siendo influenciado por las corrientes artísticas de Europa, se convertiría en uno de los máximos representantes del muralismo mexicano.
Estudió en la Academia de San Carlos, y luego viajó a Europa para completar su formación artística. Su primer mural (La Creación) lo realizó en el interior del Anfiteatro Simón Bolívar, en 1922.
Fue un gran admirador del México antiguo. Según su propio diseño, y apoyado por el arquitecto Juan O’Gorman, realizó la construcción del Anahuacalli, donde se resguardan las más de 50 mil piezas prehispánicas que el artista coleccionó a lo largo de su vida.
Sobre Diego Rivera, Frida Kahlo llegó a expresar: “No es ni derrotista ni triste. Es fundamentalmente investigador, constructor, y sobre todo arquitecto. Es arquitecto en su pintura, en su proceso de pensar y en el deseo apasionado de estructurar una sociedad armónica, funcional y sólida.”
Falleció el 24 de noviembre de 1957 en su casa de San Ángel Inn, su hogar, se transformaría en el Museo Casa Estudio Diego Rivera, el cual alberga obras y dibujos suyos, así como diversos objetos culturales que logró coleccionar.
Sin duda, el patrimonio artístico que dejó Diego Rivera es invaluable. Sus obras, siguen traspasando cualquier frontera, y el legado que dejó, sigue marcando tendencia en las futuras generaciones.
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