Por: Pamela Salinas
Hace 48 años, un movimiento estudiantil fue reprimido por el gobierno en una de sus marchas en La Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, Ciudad de México, el inolvidable 2 de octubre de 1968.
Sabemos que los estudiantes representaban un desafío a la ideología conservadora del sistema político, empezaban a levantarse en protesta contra el gobierno represivo y autoritario para empezar a quebrar con esta ideología impuesta por el régimen por décadas. En medio del mitin, se dieron los primeros disparos que surgían de lo alto de los edificios. Hubo gente muerta, herida y arrestada.
¿Fue un acto imperdonable de parte del que dio la orden? Sí. ¿Pudo haber otra manera de arreglar las cosas? También.
Pero independientemente si se está de acuerdo con la forma en que ellos trataron de defender su ideología o lo que podamos reprochar a la autoridad que los reprimió, eran jóvenes que al igual que nosotros, tenían aspiraciones de mejorar la sociedad.
Sus oportunidades y sus vidas quedaron truncas. Sus ideales se perdieron, así como lo que sus talentos hubieran aportado al país y eso ahorita y en todos los tiempos es reprochable para una sociedad civilizada y respetuosa de los derechos humanos En mi opinión, perdimos todos y perdió México.
domingo, 2 de octubre de 2016
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