Hoy 8 de septiembre es el Día Internacional del Periodista, en honor y conmemoración al fallecimiento del escritor y periodista checoslovaco Julius Fucik.
El periodismo tiene una importancia enorme; tanta que impulsa cambios en la historia misma. Es por excelencia el canal de expresión de la sociedad más importante que existe, y es el periodista el que informa y difunde el conocimiento de los temas más importantes de la actualidad.
Por medio de la palabra escrita como a través de televisión y redes sociales, el periodismo escribe e influye en la historia contemporánea, y por eso tiene un incalculable valor histórico y político.
Hay incluso una conocida metáfora que compara la actividad periodística en la sociedad a la de los ojos, oídos y la lengua en el cuerpo humano, y yo estoy totalmente de acuerdo.
Pero así como se celebra lo bueno, en ésta fecha también hay que reflexionar sobre lo malo. Es necesario recordar que en los periodistas siguen siendo objeto de ataques, encarcelamientos, secuestros y asesinatos por ejercer su profesión. Si bien es verdad que ya se han tomado medidas por parte del gobierno, por ahora no hay un cambio palpable, pues México sigue siendo el país más peligroso de América Latina para ser periodista.
Es grotesco y triste que al periodismo se le considere, al menos en algunas partes del mundo como Siria, una profesión más riesgosa que ser experto en desactivación de explosivos o ser doble de riesgo en películas. Al lector puede parecerle que exagero; en ése caso, le invito a comprobar esto por su cuenta.
Cabe aclarar que es una desgracia que no sólo atenta contra los derechos humanos de estos profesionales, sino también contra los de todos: sin libertad de prensa, no hay libertad de expresión, y sin libertad de expresión no hay verdadera democracia, y una “democracia” así es sólo un fascismo disfrazado.
Vivir en un mundo donde el periodismo es censurado es como si nuestro cuerpo perdiera los sentidos de pronto: con poca o nula información del mundo es cuando estamos más confundidos y vulnerables.
Celebremos entonces esta fecha con un sabor agridulce, pero siempre con actitud reflexiva, y dignifiquemos la importantísima y por desgracia valiente labor del periodismo, y pensemos en el periodista como lo que es: un puño en alto que sobresale de entre la corrupción, ambientes hostiles y noticias falsas, con el objetivo puramente altruista de informar, de ser los ojos y la lengua del mundo.
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