La estrella de mar que quería ser una estrella - Al Verbo

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viernes, 15 de febrero de 2019

La estrella de mar que quería ser una estrella






Pequeña y algo redonda nació un día una estrella, todos en el reino decían cuan afortunada había sido a pesar de no tener nada.


Había nacido con puntas de oro en cada uno de sus pequeños brazos, característica singular.


Ninguna otra igualaría su belleza jamás.


Y ella lo sabía, su familia lo sabía.


Bueno, al menos su padre, aquel que se desprendió de uno de sus brazos para que ella naciera.


“Niñita rechoncha hija de papá” eso era lo que los chismosos o envidiosos decían.
Se dice que las estrellas de mar, o conocidas por los sabiondos cómo "la esteroidea", son criaturas poco sociables, y muy, muy solitarias. Y no iban por mal camino, está estrella sin duda lo era, podía llegar a camuflarse para evitar a cualquier enemigo.


Muchos dicen que la vida de una estrella de mar debería ser pacífica.
Y estar, estar solo ahí, que su vida solo se trataba de moverse por la noche, cuando nadie las viese.


Pero ella no, ella no quiere permanecer así, así que un día su amado padre la llevó a un lugar que estaba cerca de lo que los humanos llaman "paraíso", pero que todos en el mar la conocen como playa.  


Han ido, y ella ha visto, a visto por las noches estrellas, estrellas como ella, ellas brillan y brillan, brillan como el oro, pero solo hay una pequeña diferencia, muy pequeña, casi diminuta.... 


Ellas están arriba, en el cielo.


Lejos, muy lejos de ahí, y no la escuchan, todavía no lo hacen, pero lo harán, ella lo sabe, su papá lo sabe.


Conforme el tiempo pasaba, la estrella de mar comprendía lo duro que sería la vida si ella permanecía así.

La estrella sabía que si quería ser tan majestuosa como lo eran las estrellas de arriba, ella tendría que dejar su hogar.


Porque las estrellas de arriba aparte de brillar, se ayudaban entre sí para formar figuras, tenían miles de nombres, y todo el mundo las admiraba.

No las tocan, solo las ven, como los seres inalcanzables que son, ellas pueden hacer todo.


Pueden hacer reír y cubrir a los enamorados, ponen escenarios para una persona llorando desconsoladamente, y te conceden deseos si cierras los ojos con la suficiente fuerza y pides un deseo.


Así que la estrella de mar se preparaba día con día para poder llegar allá, lejos, muy lejos, allá donde estaban sus futuras hermanas.
Porque ella era una estrella de mar que quería ser una estrella.


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