Por: Andrea Márquez
En el mundo existen personas buenas en algo y personas que observan ese algo. A lo mejor
estas leyendo esto y piensas “oh, yo soy el que observa“; y puedes estar en lo correcto, en cierto modo.
Por ejemplo, la música: están los que tocan
instrumentos y crean melodías, y están los que escuchan esas melodías. A lo
mejor, la mayoría que sólo escucha quisiera tener el talento (don, regalo
divino) para tocar y “crear” música y no sólo escucharla. Así mismo pasa con
otros aspectos de la vida: están los que son buenos en los números, los que
hacen planos, los que escriben, dibujan, bailan, cantan, etc etc etc… y los que
quisieran hacer esas cosas, pero sólo observan.
La verdad es que, en mi opinión,
cada uno es bueno en algo. Cada uno nació con don que otros
quisieran tener. A lo mejor eres bueno en la cocina, pero te enfrascas tanto en
la arquitectura (a lo que no eres bueno) y no te das la oportunidad de buscar
en que eres bueno, he ahí las personas que mueren sin saber su regalo divino. Esas personas se
enfrascan en querer hacer cosas que quizá no son para ellos, que al final
terminan frustrados e infelices.
En el párrafo de arriba digo “a lo
mejor”, porque, aunque diga que cada quien es bueno en algo, creo firmemente en
que, si deseas algo y luchas por eso, lo lograrás. Tú eres el responsable de tu
destino y tú decides en que ser bueno, sólo tendrás que ser paciente si no fue
un don dado, si no buscado.
Cuando digo
“el arte de sólo observar” me refiero a: pasamos la vida pendiente del arte que
los demás hacen, en vez de buscar hacer nosotros arte (en lo que somos buenos,
claro). Mi vida ha sido un constante “quiero ser…” en vez de “yo soy…”, pero la
decisión (como ya dije) es mía, si quiero seguir haciendo el arte de solo
observar o realmente hacer arte.
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