Por: Juan Huerta
Me enamoré, en verdad de una manera tan extraña,
de ese modo en que me perdí en ella,
no de esa forma en la que
la gente de hoy dice estarlo.
No fue de su busto,
no fue de su cintura,
tal vez fue del color de sus ojos
o de cómo el viento mueve su cabello.
Me enamoré de su sonrisa,
esa sonrisa tan hermosa,
de la manera en que se acomodan
sus labios al hacerlo.
Me enamoré de sus ojos tan bellos;
esos ojos color café,
café que produce desvelos.
Me enamoré de esa manera
en la que el viento mueve su pelo,
de esa forma en que camina,
de cómo al sonreír,
se detiene mi mundo.
Y sí, estoy tan perdidamente enamorado de ella,
tan malditamente enamorado de ella,
que no sabría que hacer si en algún momento
no estuviera a mi lado.
Me enamoré, y es que al fin he comprendido,
que mi felicidad es su felicidad,
que ella es un faro de luz en mi vida,
y que, si ella está bien, yo estaré bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario