Historia Y Verbos: Soñar la vida - Al Verbo

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viernes, 12 de octubre de 2018

Historia Y Verbos: Soñar la vida


El día termina.

Se levantó de su cama para ir a darse un baño. Era un día soleado y agradable, como le gustaba.

Su desayuno era un tanto extravagante para él, aunque sonara a algo simple. Un omelette de huevo con jamón y un vaso de jugo de naranja. Para él eso era asombroso; no acostumbraba algo tan refinado. La prisa siempre lo hacía apurarse a beber un yogur líquido o comer una insípida barra de cereal, pero esa mañana no. Esa mañana era diferente.

No tenía automóvil. Nunca quiso uno. El transporte público resulta mucho más económico e igual de práctico, aunque un poco más lento. El tiempo, sin embargo, no era un recurso escaso para él. Podía darse el lujo de recargarse contra la gran ventana del autobús y observar las calles congestionadas, disfrutando del pacífico caos de la vida urbana. El caos que lo hacía amar su ciudad.



El día era muy agradable. El autobús se descompuso algunas paradas antes de su destino, pero él no se molestó. Disfrutó dar un corto paseo por la calle antes de llegar a su oficina, donde fue recibido con la gran sorpresa de que los cubículos individuales fueron reajustados para conformar equipos de cuatro, y que sus compañeros eran las personas con quienes mejor interactuaba. Fue un día tan productivo que fue satisfactorio, sin mencionar que fue divertido.

Salir temprano de la oficina no era tan emocionante como quedarse unos minutos de más adelantando un gran trabajo que generaría muchas comisiones, cosa que hizo de la salida algo mucho más apremiante. Pero eso no se compara a lo agradable que fue la sorpresa de encontrarse, al hacer las compras para la semana en el supermercado, a un par de sus amigos quienes también compraban sus suplementos.

Casi por obra de un milagro, las compras se habían vuelto divertidas, con chistes nostálgicos y bromas pesadas entre ellos. Decidieron cenar juntos, en la casa de él, y seguir pasando el rato para reavivar esa gran amistad que el tiempo deseaba consumir.

Llegó la noche y todo había salido maravillosamente. Había sido un gran día, y la noche era fresca. Él decidió conectarse a internet un rato, para navegar en sus redes sociales y ver videos en línea. Prefería eso antes que la televisión, pues esta era muy poco interactiva. Disfrutó mucho, y pudo reír a carcajadas en su pacífica soledad.

Finalmente lo vence el cansancio, y decide dormir. Todavía disfruta de su gran día, y espera que muchos más días así vengan pronto.

El día empieza.
Él vio el mundo perfecto con los ojos cerrados. Ahora desea jamás volver a abrirlos.

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